Buscando conjugar la educación tradicional con el respeto hacia el medio ambiente, el uso responsable de los recursos y el desarrollo de relaciones humanas sustentables, la primera escuela pública sustentable de América Latina fue proyectada bajo el método constructivo desarrollado por del arquitecto norteamericano Michael Reynolds, quién lo ha aplicado durante las últimas décadas en distintos puntos del planeta.
El edificio de 270 m2 se emplaza en la localidad costera de Jaureguiberry, departamento de Canelones, y fue levantado en tan sólo siete semanas. Utiliza en su construcción aproximadamente un 60% de materiales reciclados (cubiertas, botellas de plástico y de vidrio, latas y cartón) y un 40% de materiales tradicionales.
Descripción por los arquitectos. Los earthship (naves tierra), como los denomina el propio Reynolds, buscan obtener el máximo aprovechamiento de la energía del sol, del agua, del viento y de la tierra. Para ello, la envolvente es sensible a las orientaciones, abriéndose al norte para aprovechar al máximo la luz y la energía solar a través de un ancho corredor vidriado que actúa como organizador de las tres aulas y de las dos baterías de servicio de la escuela, proyectando al exterior una simple y contundente fachada dominada por el vidrio y la madera.
El corredor al norte habilita a su vez la producción de alimentos a través de una huerta interior. La generación de energía eléctrica proviene de paneles foto voltaicos y de un banco de acopio de energía.
Al sur, el edificio se cierra con un espeso muro de contención resuelto en base a cubiertas rellenas de arena y pedregullo compactados, que contiene el talud de arena y tierra que oficia de espalda de la edificación. Esta estrategia, además de aumentar la inercia térmica, permite cubrir todo el sistema de reserva y recolección de agua de lluvia proveniente de del techo, además de implantar una secuencia de caños que, a partir de naturales procesos convectivos, provocan en verano la circulación cruzada de aire fresco a través de las aulas. En invierno, los caños pueden cerrarse y el calor provocado por el efecto invernadero del corredor norte permite climatizar las aulas.
Además de ser autónoma en su consumo de energía y de impulsar la producción orgánica de alimentos en su interior, Una Escuela Sustentable utiliza el agua de lluvia para consumo humano, lavado de manos, riego de huertas y finalmente para las cisternas, contando con un proceso de tratamiento de aguas negras que incluye un pozo séptico también creado con materiales de reciclado (en este caso cubiertas de tractor) y un humedal en el exterior del edificio.
La estrategia constructiva involucra un aceitado mecanismo de participación social, el que además de viabilizar la construcción de la escuela en plazos acotados, busca transferir conocimiento de las claves del propio sistema utilizado e involucrar fuertemente a la comunidad local, previa, durante y posteriormente a la finalización de las obras. Participaron en la construcción más de 150 personas, voluntarios y estudiantes de Uruguay y de otros treinta países.
La iniciativa surge desde Tagma, una organización nacional sin fines de lucro y contó con el apoyo de ANEP - CEIP, Intendencia de Canelones y aportes de empresas públicas y privadas que hicieron posible su ejecución. Más información aquí.
Autor/estudio: Michael Reynolds, de Earthship Biotecture y Federico Palermo, de Tagma
Año: 2016
Construcción: Tagma, Earthship Biotecture y la participación en la construcción de más de 150 voluntarios de 30 nacionalidades. Contó con las autorizaciones pertinentes del Consejo de Educación Inicial y Primaria (CEIP) de Uruguay
Superficie: 270 mts2
Tiempo de obra: 7 semanas (enero – marzo 2016)
Fotografías: Lorena Presno, Diego Roche, Lucas Damiani